La
verdad es que sé que voy a tocar un tema muy polémico que está
directamente ligado a la adopción. A mí me parece que es muy
respetable lo que cada persona piense al respecto, solo que hay cosas
que solo son lo que son. Y cuando hablamos de adopción, no podemos
dejar de hablar y de pensar en que para que la adopción exista como
tal, tuvo que haber antes un abandono, tuvo que haber existido un
niño que quedó en estado de desamparo total. Es también muy cierto
que no siempre la adopción se presenta en esas circunstancias; a
veces, cuando los padres biológicos mueren, entonces un niño queda
desamparado, y ahí también se da una adopción, solo que en ese
caso no existió un abandono: ese niño no fue entregado en adopción
por sus padres biológicos. En esa circunstancia, la persona que fue
adoptada no trae consigo esa carga tan grande de sentimientos
encontrados y daños que el rechazo y el abandono pueden generar.
¿Qué
es el abandono? ¿Es posible que se pueda entender esta palabra de
manera diferente, cuando tiene un significado que se puede encontrar
en cualquier diccionario?
Cuando
un niño es abandonado, quiere decir que voluntariamente se le dejó,
que voluntariamente se decidió darlo, regalarlo, venderlo,
entregarlo, cederlo, depositarlo en una casa hogar o el lugar que
haya sido. Tal vez se tomó esa decisión para evitarle al pequeño
un daño mayor, esa es una buena posibilidad, cuando uno se empeña
en buscar razones para entender semejante acto. Y digo semejante
acto porque el abandono
lastima, el abandono hace daño; abandonar no genera felicidad: el
abandono deja una herida… Y si no se siente bien, es porque no está
bien abandonar.
Esto
me hace recordar el día que hablé con mi progenitora. Ella estaba
muy agobiada diciéndome que todo había estado en su contra en el
momento en que yo nací. Por mucho tiempo, para mí sus razones,
fueron solo pretextos, porque yo estaba llena de dolor y coraje, ya
que yo sí había sentido su rechazo y su abandono. La historia que
me contó y los detalles de esta para mí solo fueron puro dolor,
aunque, más tarde, al trabajar mi historia en terapia, todo eso tuvo
sentido para mí. Ella me dijo que cuando supo que estaba embarazada
no sabía qué hacer, que ocultaron su embarazo de su papá, que se
tenía que fajar para que no se dieran cuenta de su embarazo, que
estaba llena de miedo, vergüenza, coraje, descontrol, tristeza, y
que no contó con el apoyo de “pareja”, o sea, de mi progenitor,
y que su familia no la apoyó para nada. Bueno, sí la apoyó: lo
hizo solo para poder entregar en adopción a ese bebé que venía en
camino, a quien ella no estaba dispuesta a cuidar porque su vida
apenas empezaba: tenía solo 19 años.
Eso
fue exactamente lo que yo sentí cuando empezaba mi vida, cuando
nací. Sentí su abandono, me faltaron sus brazos, me faltó su amor,
me faltó su cariño y me faltaron sus cuidados. ¡Y realmente me
dolió, y mucho! Por un buen tiempo lamenté que ella no me hubiera
querido; incluso, pensé que de alguna manera yo había tenido la
culpa de que ella me hubiera dejado. Fue muy difícil dejar todo eso
atrás; sin embargo, lo hice, porque así lo decidí. Lo he contado
en otros escritos: ¡yo llegué al punto en que no podía más!, y
ahí todo cambió.
Al
hablar con mi progenitora, entendí que esa fue la decisión que ella
tomó cuando yo nací: ella decidió darme a mis papás. Ella decidió
abandonarme y dar la media vuelta, e irse a vivir su vida, así como
se lee. Realmente así fue. Los factores que ella consideró para
tomar la decisión, ella los sabe bien, y para ella fueron lo
suficientemente fuertes como para regalar a su bebé recién nacida.
Con
los años, todo cambió; pude aceptar muchas cosas alrededor de su
historia que anteriormente no tenían sentido alguno para mí.
Entendí también que en realidad cuando una mujer no planea ser
madre o no desea ser madre o se le cierra el mundo a la hora de saber
que está generando una vida, lo mejor que puede sucederle a un bebé
es que sea adoptado.
Por
otro lado existen muchas parejas que por diferentes circunstancias de
la vida no han podido formar una familia, y están deseosos de ser
padres, se preparan y se informan para vivir la adopción de la mejor
manera posible. Es entonces que el abandono se convierte en la base
de la adopción, me parece muy importante que las parejas interesadas
en adoptar así como las que ya adoptaron se preparen para hablar del abandono con sus hijos, tal
vez preguntándose que de la historia les cuesta más trabajo hablar
con su hijo y reflexionando el porque, eso es lo más sano, hablarle
de su historia sin minimizar ni endulzar ningún detalle, apegándose
siempre a la realidad, es aquí donde es muy recomendable contar con
la asesoría de un profesional especializado en adopción pues el
adecuado manejo de esta situación especial en la vida de las
familias formadas por medio de la adopción representa una mejor
oportunidad de vida para todos los involucrados.
Felices
Vacaciones de verano : )
Mónica
C.U.