Empezaba la década de los noventas, era Diciembre muy
cerquita de Navidad cuando di a luz a mi segunda hija, una hermosa niña, sana
con sus diez deditos en las manos y sus diez dedos en los pies, me sentí feliz
de saber que todo estaba bien.
Recuerdo que estábamos en el cuarto del hospital, me
habían hecho una cesárea, así que no me podía mover mucho, mi mamá y mi papá como siempre estaban ahí
conmigo, entonces las visitas empezaron a llegar, como es costumbre querían
conocer a la nueva bebe, empezaban las pláticas y recuerdos de los visitantes
de cuando ellos habían tenido a sus bebes, cuando de repente una de mis conocidas
le pregunto a mi mamá:
- Señora Blanquita
y Mónica fue cesárea o parto natural?
La verdad es que
recordar la cara que mi mamá puso en ese momento fue muy doloroso para mí por
mucho tiempo y recordar lo que ella acabo por contestar también……
Mi mamá dijo: - ¡No me acuerdo!
Llego un momento de terrible silencio, la cara de
desconcierto de mi amiga lo hizo todavía más difícil aun así resolví como
resolví esos momentos por mucho tiempo, ignorando la incongruencia en sus palabras, evadiendo las dudas, evadiendo
el dolor, y cambiando el tema….. Aunque claro no sin antes pensar……..
¿Pero cómo podría yo olvidar el día que
nacieron mis hijos?
Estoy segura que mi amiga se hizo la misma pregunta sin
embargo no lo volvió a mencionar….
¿Cómo podría olvidar si tuve una cesárea o tuve un
doloroso parto natural?
Después de unos
minutos lo dejaba todo atrás, lo olvidaba, o mejor dicho, mandaba esos
pensamientos a donde no me pudieran molestar.
Todavía al recordar este tipo de momentos me parece
increíble que no le dijera yo algo a mi mamá, como por ejemplo:
¡Mamá por Dios como que no te acuerdas!
¡Haz memoria!
¡Di algo!
O tal vez yo sabía que era mejor para ella ( o para
todos?)que me siguieran mintiendo…. Yo sabía que eso era algo de lo que no
podíamos nunca hablar…..
Mónica Castañeda U.